Construir, no destruir…
Asombro y respeto: esto deben inspirar los mercados. Son órdenes espontáneos, ecosistemas frágiles y dinámicos, que florecen cuando los gobernantes se abstienen de controlarlos, al tiempo que hacen valer los contratos, la propiedad privada y el Estado de Derecho. El sistema de precios recoge las cambiantes preferencias de miles de oferentes y demandantes, y comunica información valiosa. Las políticas públicas intervencionistas, como un subsidio o un precio tope, distorsionan los precios y reencauzan el comportamiento de miles de personas. Conforme aumentan las regulaciones, más confusas serán las señales y menos óptimas serán las decisiones de las personas. El intervencionismo y la incertidumbre engendran la pobreza. El intervencionismo extremo, producto de ideologías socialistas, destruye los ahorros familiares que costaron el sudor y el esfuerzo de generaciones.