Publicado: Prensa Libre/ Guatemala, 28 de noviembre del 2025
¿Presupuesto o botín político? Jorge Jacobs explica cómo la aprobación exprés del presupuesto 2026 reveló un intercambio descarado de votos a cambio de millones para los Codede, evidenciando que el oficialismo repite —con hipocresía y nocturnidad— los mismos métodos de corrupción que juró combatir.
La cronología de la infamia es innegable: el domingo por la noche se envió la propuesta de dictamen del presupuesto a los miembros de la Comisión de Finanzas del Congreso, documento que incluía un fondo de Q5,500 millones supuestamente destinados a la electrificación. El lunes, cuando supuestamente se discutiría ese dictamen, la reunión se pospuso sospechosamente para el martes. En esa reunión del martes apareció un dictamen “mágicamente” alterado, en el que el fondo de electrificación se había sustituido por un “aporte extraordinario” para los Consejos Departamentales de Desarrollo —Codede— por Q6,312.1 millones. Esa misma noche y durante la madrugada del miércoles, el oficialismo y sus aliados aprobaron de urgencia nacional el presupuesto para 2026, validando ese aporte. Que no nos quieran ver la cara de babosos: ese dinero es el pago descarado por los votos de los diputados.
Si repartimos ese aporte entre los legisladores que aprobaron el presupuesto, la cifra resultante es de Q46.75 millones por cabeza, un monto muy cercano a los Q50 millones que, según algunas fuentes, se negociaron en la Casa Presidencial la madrugada del martes 11 de noviembre, tal como lo conté en mi artículo del 14 de noviembre. Todo esto demuestra que el gobierno, aunque se ha vendido con la bandera de “anticorrupción”, opera con la misma podredumbre que sus antecesores; peor aún, con una hipocresía tal que replican los métodos que antes criticaron acérrimamente.
Y por si todavía queda alguna duda, pueden ver mi artículo de la semana pasada en donde dije lo que iba a pasar con las asignaciones “para los Codede” (realmente para los diputados). De cómo de repente iban a incluir una partida adicional sacada de la manga, y eso fue exactamente lo que hicieron este martes por la mañana.
Lo que presenciamos, tanto en la Comisión como en el Pleno, no fue un debate parlamentario, sino un ejemplo de libro de texto de “intercambio de votos”. El interés del gobierno era asegurar su techo presupuestario y el de los diputados era garantizar fondos discrecionales para sus campañas del 2027. Convirtieron el presupuesto en un mercado de derivados políticos, donde se transan lealtades presentes a cambio de rentas futuras extraídas de los bolsillos de los tributarios.
Es insultante que se destinen más de Q15,000 millones a los Codede —sumando aportes ordinarios, extraordinarios y saldos de arrastre— cuando estas entidades han demostrado una incapacidad crónica para ejecutar. No se trata de obras para la gente, se trata de caja chica para los políticos locales. ¿Cómo puede el presidente y el ministro de Finanzas hablar de “desarrollo” cuando lo que está financiando es una piñata electoral territorial?
El daño a la economía es profundo. Este presupuesto de Q163,469.3 millones, financiado en una quinta parte con deuda —incluyendo Q25,598.9 millones en bonos del Tesoro—, generará un efecto de desplazamiento brutal. Están hipotecando nuestro futuro para pagar la fiesta política del presente.
Más grave aún es el ataque frontal al estado de Derecho. La inclusión de artículos de “contrabando” como el 106, que permite contratos gobierno a gobierno sin licitación, y el 147, que autoriza continuar obras pese a órdenes judiciales, es una aberración. Al permitir que el Ejecutivo se salte licitaciones y sentencias judiciales, están pavimentando el camino hacia la tiranía y destruyendo la certeza jurídica.
La hipocresía del oficialismo es nauseabunda. Hace apenas unos años, rasgaban sus vestiduras por las aprobaciones de madrugada y los pactos bajo la mesa. Hoy, desde el poder, demuestran que su problema no era con el método, sino con no ser ellos quienes repartían el botín. Han validado la corrupción institucionalizada que prometieron erradicar. Se han ganado a pulso, el mote del Pacto de Corruptos 7.0.