Gasto irresponsable: la herencia de un mal gobierno

Ramón Parellada C. / Empresario, catedrático universitario y director del Centro de Estudio Económico-Sociales (CEES). / rpc@cees.org.gt

Publicado: Guatemala, 3 de julio del 2025

¿Más gasto y más miseria? Ramón Parellada explica cómo el presupuesto del 2026 consolida un modelo de irresponsabilidad fiscal, donde el gasto y la deuda crecen a costa del bienestar de los guatemaltecos.

Mientras los guatemaltecos de a pie estiran sus ingresos para llegar a fin de mes a como dé lugar, el gobierno de Guatemala, irresponsablemente, sigue gastando lo que no tiene. El gobierno actual gasta mucho y mal; es un gobierno con políticas keynesianas y socialistas, y la herencia será un país con más gasto, deuda y déficit fiscal. Quienes apostaron por un gobierno diferente deben estar arrepentidos. Las expectativas que crearon quienes hoy nos gobiernan cuando aún eran candidatos se evaporaron, y quienes votaron por ellos aún no logran entenderlo.

La realidad es que, después de casi dos años de este nuevo gobierno, la gente ya quiere cambios. El desgaste es enorme, y el mismo partido que llevó al presidente Bernardo Arévalo al poder ya se ha dividido por las ambiciones personales y las diferencias internas entre ellos. Siempre sucede esto con los partidos de izquierda. Pero no hay que desestimarlos, porque siempre pueden hacer mucho daño, tal como lo han estado haciendo hasta ahora, con presupuestos enormes, incrementando gastos que no van a resolver los problemas más urgentes del país y déficits fiscales que se presupuestan como si nada fuera a pasar en el futuro.

La propuesta de presupuesto de egresos para el 2026 contempla un incremento de aproximadamente el 9% sobre el presupuesto actual, financiado, en parte, con deuda pública y generando un déficit del 3.2%. Uno de los ministerios que más incremento tendrá es el nefasto Ministerio de Desarrollo. En vez de eliminarlo, están proponiendo un incremento del 47%, Q1,321 millones más que en 2025. Este ministerio ha sido cuestionado desde su inicio porque no tiene relación con la misión fundamental del gobierno, que es la seguridad y la justicia. Causan muchas dudas las asignaciones, destinos y compras que ahí se realizan. Se ha dicho que se utiliza para hacer campaña política a favor del gobierno, a través de dádivas, regalos y subsidios a sectores donde interesa al partido oficial obtener más votos.

Mientras tanto, el país sigue con carreteras en muy mal estado, la criminalidad parece desbordada y creciendo, y el sistema de justicia sigue sin funcionar adecuadamente. No vale la pena traer a colación la pelea entre la fiscal y el presidente, porque eso es de niños; deberían trabajar en conjunto para hacer que Guatemala sea un país más seguro y civilizado. Pero volviendo al presupuesto, el gasto para el 2026 se estima en 15.8% del producto interno bruto (PIB). Un gasto que, en comparación con otros países, parece bajo, pero para un país como Guatemala es alto. En vez de concentrar el gasto en seguridad y justicia, en la defensa irrestricta de los derechos individuales a la vida, la propiedad y la libertad, se incrementan rubros donde se mantendrán los mismos problemas de siempre por toda la eternidad. El presupuesto se financia a través de impuestos y deuda. La creciente deuda implica impuestos en el futuro. Un país pobre necesita reinvertir sus utilidades en lo que genera más riqueza, y por ello, el presupuesto está mal asignado, diluyéndose en tantas cosas superfluas que no deberían existir, pero que drenan valiosos recursos que generarían oportunidades de mejora de vida para los más desafortunados.

No me extrañará que el presupuesto sea aprobado por los diputados. Los incentivos para aprobarlo están dados, ya que a todos les tocará una buena tajada para sus comunidades y votantes a través de proyectos que apoyan. De igual manera, las obligaciones a cargo del Estado traen un incentivo perverso para que todos apoyen ese incremento. El ciudadano de a pie seguirá sufriendo las consecuencias de esta gran irresponsabilidad fiscal.